En un escenario donde el reemplazo del cigarrillo combustible tradicional se intensifica, los productos de tabaco calentado (HTP) surgen como una alternativa que suscita esperanza y confusión. Un reciente estudio internacional revela que los usuarios aún no se ponen de acuerdo sobre cómo describir el acto de consumirlos. Este dilema semántico no es menor: implica desafíos significativos para la regulación, la percepción pública y la salud.
Es notorio que vapear es muy distinto de fumar, pues el vapeo no contiene tabaco ni produce humo. Pero los productos de tabaco calentado (HTP, por sus siglas en inglés) han emergido como una especie de línea gris entre la combustión y las tecnologías libres de humo.
Estos dispositivos calientan hojas de tabaco compactas hasta liberar un aerosol sin llegar a la combustión completa que caracteriza a los cigarrillos tradicionales. Sin embargo, una pregunta persiste: ¿cómo describen los usuarios su uso?
Las voces están divididas; la terminología está en disputa. Una reciente investigación, liderada por Ron Borland y un equipo internacional de expertos de instituciones de Australia, Canadá y Estados Unidos, reveló que la comunidad de usuarios aún no ha alcanzado un consenso sobre cómo nombrar la acción de usar HTP.
Las encuestas del proyecto International Tobacco Control Policy Evaluation Four Country Smoking and Vaping Survey, realizadas en 2020 y 2022, muestran un panorama terminológico en transición, reflejo de la evolución en la percepción del riesgo y del contexto social en torno al uso de estos dispositivos.
En 2020, la mayoría de los participantes aún utilizaba el término “fumar”, a pesar de que los HTP no implican la combustión tradicional del tabaco. En 2022, este uso había disminuido, dejando espacio a términos como “vapear”, “soplar” y “usar”, aunque ninguno logró una aceptación predominante. Esta fluctuación semántica apunta a una inquietante ambigüedad: la falta de un término claro que diferencie suficientemente el uso de HTP de fumar cigarrillos o vapear nicotina líquida.
Más allá del lenguaje: implicaciones en la salud pública
El uso de “fumar” para referirse a los HTP expande el concepto más allá de su significado clásico, lo que podría distorsionar la percepción pública de estos productos, así como sus riesgos y beneficios relativos. Por otro lado, el uso del término “vapear” también implica un desafío, ya que asocia los HTP con los cigarrillos electrónicos, cuyos perfiles y composición química difieren.
Esta confusión no es menor; tiene repercusiones directas en la regulación y en cómo los usuarios, los responsables de políticas y la opinión pública entienden y categorizan los productos de tabaco y nicotina.
Borland y su equipo destacan la importancia de establecer un marco terminológico que refleje la naturaleza híbrida de los HTP. Sin esta precisión, los esfuerzos por diseñar políticas efectivas y comunicar los riesgos pueden verse obstaculizados, dejando a los usuarios en un terreno de desinformación potencialmente peligroso.
Percepción en transición
El estudio mostró un cambio notable en la forma en que los usuarios de HTP eligen describir su consumo, pasando de una media de 1.64 términos en 2020 a 1.29 en 2022.
Este descenso sugiere una simplificación en la percepción del acto, pero también un indicativo de que aún falta claridad sobre qué término es el más apropiado. Si la terminología sigue indefinida, la regulación y la percepción del público pueden permanecer en un estado de incertidumbre que podría influir en las decisiones de consumo y en las políticas de salud.
En ese sentido, la correcta clasificación y comunicación sobre los HTP es más que una cuestión lingüística; es un asunto de salud pública. La confusión en los términos para describirlos puede influir en la percepción de riesgo y, en última instancia, en la adopción de estos productos como alternativa al cigarrillo. Es esencial que los estudios y las encuestas en este campo empleen un lenguaje preciso, alineado con las realidades científicas y las expectativas de salud.
La precisión puede ser un pilar de la regulación y los HTP representan un capítulo aún en desarrollo en la narrativa del control del tabaco y la reducción de daños.
Este análisis liderado por Borland subraya que, si bien estos dispositivos se promocionan como una opción menos dañina, el debate sobre cómo los usuarios entienden y describen su uso es una cuestión fundamental que debe abordarse con urgencia. La claridad terminológica no es un lujo, sino una necesidad para la formulación de políticas, la regulación y la educación pública. Solo así se podrá garantizar que las decisiones individuales y colectivas sobre el uso de tabaco estén basadas en una comprensión clara y fundamentada de sus implicaciones, beneficios y riesgos.
Referencia
Borland R, Dhungel B, Gartner CE, et al. How is heated tobacco product use described by people who use them daily? Tobacco Control, Published Online First: 26 October 2024. doi: 10.1136/tc-2024-058969
El equipo de investigación sobre el uso de productos de tabaco calentado está compuesto por expertos de renombre de instituciones académicas de Australia, Canadá, Estados Unidos y el Reino Unido. Destacan Ron Borland (Deakin University), Bibha Dhungel (University of Melbourne), Coral E. Gartner (University of Queensland), Geoffrey T. Fong (University of Waterloo y Ontario Institute for Cancer Research), Andrew Hyland (Roswell Park Cancer Institute), K. Michael Cummings (Medical University of South Carolina) y Katherine A. East (King’s College London), quienes aportan una perspectiva internacional y multidisciplinaria al estudio.
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